La digitalización produce mejores resultados, minimiza costes, aporta información clave sobre el consumidor… Se centra, sobre todo, en las necesidades del cliente.
Actualmente, la digitalización se ha convertido en un proceso esencial por el que deben pasar los negocios si quieren mantener su competitividad. Saber cómo incorporar las nuevas tecnologías es clave para garantizar la supervivencia y el crecimiento empresarial. Y es que una verdadera transformación digital va más allá de realizar inversiones esporádicas en soportes digitales, de tener presencia en redes sociales y de crear o renovar la página web; una verdadera transformación digital implica una renovación profunda de la cultura corporativa.
Implementar procesos digitales facilita la eficiencia de las empresas y, por lo tanto, produce mejores resultados al mismo tiempo que minimiza los costes. Por este motivo, es imprescindible llevar a cabo una estrategia que reorganice la empresa al completo y
optimice el uso de las nuevas tecnologías, tanto en lo que se refiere a sistemas y equipos como en la forma de procesar los datos y la manera de interactuar con el entorno, sobre todo con el cliente.
Precisamente, uno de los beneficios inmediatos de la digitalización pasa por la información que puede obtener la empresa sobre el consumidor: Ubicación, sexo, edad, intereses, hábitos de compra, etc. Este conocimiento se traduce en una optimización de las acciones publicitarias y de marketing, así como en una mayor fidelización y el acceso a un sinfín de posibilidades de descubrir nuevos mercados o de hacer que un producto o servicio evolucione adaptándose al target. Las reglas del juego comunicativo han cambiado, y ahora la relación entre el usuario y el negocio es mucho más directa, bidireccional y transparente.
“Las necesidades del cliente deben situarse como el eje sobre el que pivotar. El objetivo es combinar el factor humano con la tecnología y los distintos canales digitales para adaptarse a las preferencias del consumidor y, de este modo, poder interactuar con él a través del medio que prefiera en cada momento”, afirma Sergi Bea.
¿La muerte del offline?
La revolución digital no ha acabado con las estrategias más tradicionales, al contrario. Los caminos offline y online se cruzan entrelazando una nueva vía con nuevas oportunidades que se nutre de las ventajas de ambos entornos.
El valor empresarial que aporta lo digital, que amplía fácilmente el área de alcance de un negocio, se combina a la perfección con la experiencia sensorial que posibilita lo tangible en una tienda física. De ahí que la opción más recomendada sea el mágico tándem que converge entre el equilibrio de lo online y lo offline, apuesta por la que han optado incluso gigantes tecnológicos como Amazon, que se ha atrevido a dar el salto de la pantalla a pie de calle con fórmulas como las pop-ups.

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